El bosque
El bosque nutre la vena imaginativa y poética de los hombres desde que el mundo es mundo. A la vez que nos inspira un sentimiento de fraternidad, nos conmueve con su grandeza, nos invita a pensar en misterios muy hondos, nos infunde temor reverencial y rendida gratitud, según la circunstancia, porque tiene algo de templo a la intemperie donde se cobija la tumultuosa vida.
Juan Manuel de Prada
Mallaui no sería lo que es sin su bosque. El entorno, de unos 300.000 m2, constituye, en sí, parte esencial de la casa, y posee alma propia. Me atrevo a decirle que lo mejor que puede hacer en el bosque es perderse, absorber su alma y su misterio. Si recupera la orientación, no se olvide de que dispone de una red de caminos que se abren a increíbles playas.